APRENDE A CONTROLAR TUS EMOCIONES COMO LA IRA
Adoptar medidas físicas
Controla tu respiración.
Las emociones son una combinación de cognición (pensamiento) y respuestas físicas. Tu cerebro reacciona a los estímulos físicos primero y luego los interpreta como emociones. Por ejemplo, en el caso del miedo, tu cerebro procesa las reacciones fisiológicas automáticas tales como sequedad en la boca y un ritmo cardíaco elevado antes de que pueda interpretar dichas cosas como la emoción que entendemos como “miedo”.
Puedes contrarrestar estas respuestas fisiológicas al controlar tu
respiración. El control de la respiración es solo un paso en el proceso de
tomar control de tus emociones, pero es uno sencillo con el cual empezar.
La ira y otras respuestas al estrés incrementan tu ritmo
cardíaco y presión arterial (es por ello que estar molesto con frecuencia es un
indicador de una enfermedad cardíaca).
Si es posible, busca un lugar cómodo y tranquilo. Eliminar
todos los estímulos estresantes le ayudará a tu cerebro a dejar de prestarles
atención a ellos.
En primer lugar, respira normalmente. Luego inhala muy
lento por la nariz. Permite que tu pecho y vientre se expandan a medida que
llenas tus pulmones con aire. Podría resultarte útil colocar una mano en la
parte baja del abdomen para ver si se expande. Inhala durante cuatro segundos.
Contén la respiración durante cuatro segundos y luego exhala lentamente a través de la boca o la nariz. Intenta exhalar durante cuatro segundos. Procura realizar este ejercicio 10 veces por minuto.
Mantén la cabeza en alto, literalmente.
Los estados de
ánimo se manifiestan de manera física. La comunicación no verbal no solo afecta
la forma en la que los demás nos ven, sino que también a la manera en la que
nos vemos a nosotros mismos. Expresas tus emociones a través del rostro, así
que ser consciente de la forma en la que usas tu rostro y tu cabeza puede
ayudarte a tener un mayor control.
Mantén la mandíbula y la boca relajadas.
Presionar los
labios o apretar la mandíbula puede hacerte sentir tenso o incómodo. A menudo
es una señal de que estás enojado. Mantén relajada toda la zona de la boca y la
mandíbula. Si es necesario, puedes aprender a relajar estos músculos
mediante la relajación muscular progresiva.
Sonríe.
Las investigaciones revelan que sonreír en verdad
puede hacer que te sientas más feliz.
Mantén la cabeza en alto y haz contacto visual.
Cuando
hables con alguien, procura hacer contacto visual por lo menos un 50 % del
tiempo y alrededor de un 70 % cuando escuches. Esto comunica que tienes
confianza y que estás a cargo de ti mismo, y también que estás dispuesto a
escuchar a los demás.
Emplea un lenguaje corporal asertivo.
Puedes comunicar
asertividad y confianza simplemente al emplear determinadas posturas
corporales. Modificar tu postura también te ayudará a sentir un mayor control
de tus propias emociones. El lenguaje corporal está más arraigado en nuestro
cuerpo de lo que puedas imaginar y tiene un efecto muy importante en la manera
cómo te sientes con respecto a ti mismo.
Prueba la “pose de la energía”.
En un estudio se les pidió
a algunas personas que adopten poses de “gran poder” donde el cuerpo esté
abierto y amplio, mientras que a otras se les pidió que adoptaran poses de
“bajo poder” donde el cuerpo era pequeño y estaba cerrado. Las pruebas
revelaron que los que adoptaban las poses de “gran poder” tuvieron un
incremento en los niveles de testosterona, una hormona que te hace sentir
poderoso. Por el contrario, los que hicieron las poses de “bajo poder” tuvieron
un incremento en los niveles de cortisol, una hormona del estrés que puede
causar inseguridad. ¡El lenguaje corporal puede afectarte emocionalmente en
un nivel químico!
Párate y siéntate de manera cómoda.
Coloca los pies
separados a la altura de los hombros y distribuye tu peso uniformemente a
través de tu cuerpo. No te muevas con nerviosismo, te contornees o desplaces tu
peso de una pierna a otra. Estas acciones comunican inseguridad en ti mismo.
Mantén tus movimientos suaves y relajados.
El lenguaje
corporal pasivo es tenso, cerrado y retraído. Eso te aísla de los demás. Haz
que tus movimientos sean relajados y suaves en lugar de erráticos e inquietos.
Evita realizar gestos tales como señalar. Procura utilizar la palma de la mano
abierta para dirigir la atención de alguien.
Ejercítate.
¿Qué tan a menudo escuchas que alguien sale a
correr para controlar su mal temperamento? Todo el tiempo. Cuando te ejercitas,
tu cuerpo libera unos químicos naturales que mejoran el estado de ánimo
llamados endorfinas. Diversos estudios demuestran que las personas que se
ejercitan con regularidad se sienten más energizadas, tranquilas y positivas
con respecto a sus vidas. Incluso un ejercicio moderado, como la jardinería
o las caminatas, puede proporcionar estos beneficios.
El ejercicio también calentará tu cuerpo. El
calentamiento físico tiene un efecto tranquilizante en muchas personas.
El ejercicio puede brindarte una forma de lograr tus metas,
tales como completar una carrera o nadar una determinada cantidad de vueltas.
Esto puede ayudarte a mejorar tu autoconfianza y a recordar que eres quien está
a cargo.
Toma un descanso.
Si te sientes irritado, levántate y
rodéate de diferentes estímulos. Tu cerebro tiene una tendencia a quedarse
atascado en un bucle, como un disco rayado. La acción de pensar en lo mismo una
y otra vez se conoce como “rumiación” y no es saludable. Al rumiar, no
solucionas un problema o le haces frente a una situación desde perspectivas
distintas, sino permaneces inquieto. Modificar tu entorno, incluso de forma
momentánea, puede romper ese ciclo de rumiación.
¡Incluso una distracción de dos minutos puede ayudar a
romper ese ciclo de rumiación!
Busca actividades que se centren en cosas positivas que
sean significativas para ti, como un pasatiempo favorito o un momento de
espiritualidad. Conversa con un amigo o ser querido y tómate un momento para
apreciar algo hermoso que te rodee.
Medita.
La meditación puede modificar la forma en la que tu
cerebro responde a los estímulos estresantes, lo que te ayudará a sentir un
mayor control. Los estudios demuestran que la meditación mejor tu
concentración, aumenta tu sistema inmunológico, reduce tu respuesta al estrés y
fortalece tu autocontrol. Incluso meditar por 20 minutos al día genera
beneficios significativos para la salud.
Puedes aprender a practicar diferentes tipos de meditación.
Encuentra uno que se adecúe a ti.
En la meditación, el objetivo es encontrar la “agitación
óptima”, un equilibrio entre la relajación y el estado de alerta. Si estás
demasiado relajado durante la meditación, podrías quedarte dormido en lugar de
meditar. Por el contrario, si estás demasiado irritado, te será más difícil
salir de tu mente. Descubrirás que aprender a meditar requiere práctica y
constancia. Incluso podrías descubrir que una clase puede ayudarte a “salir de
tu mente”.
Varias fuentes en Internet ofrecen procedimientos de meditación guiados que puedes descargar en formato MP3. El MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) ofrece meditaciones de relajación y conscientes. El Centro de Investigación de la conciencia de la UCLA ofrece audios descargables o en tiempo real sobre meditaciones guiadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
😊COMENTARIOS👇