¿Alguna vez te has sentado en silencio, sin juicios, solo respirando profundo y con ojos cerrados?
Entonces después de varios minutos empiezas a escuchar todo, ¿no es así?
Escuchas tanto los ruidos lejanos como los que están más
próximos, los sonidos inmediatos y
sutiles, lo cual significa que prestas
atención a todo. La mente no está restringida a un solo canal sensorial o de interpretación
estrecho y pequeño.
Si puedes escuchar de este modo, con facilidad, sin
esforzarte, hallarás que dentro de ti se produce un cambio extraordinario, un
cambio que adviene de manera natural, sin que lo pidas; en ese cambio hay gran belleza
y el discernimiento espiritual inicia un desarrollo nunca antes vivido.
Toda tu piel es un enorme sensor, tu piel te recubre por
fuera y por dentro, ya que tus órganos están cubiertos de piel y tus venas y
arterias. Tu capacidad para escuchar incluye a tu piel.
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